14 de marzo de 2006

Marzo 24, 2006

Darío Parga
Comála Café
9:00 p.m
Dr. Luis Lara #2 Esq. Con Av. Hidalgo (altos)
Real del Monte, Hidalgo

1 comentario:

  1. Entrevista a Dario Parga realizada el día de su presentación en Comala Café, Real del Monte, Hidalgo.

    por Julio Romano

    Desde San Luis Potosí, estado huastecamente hermano de Hidalgo, Darío Parga llegó a Real del Monte casi por casualidad hace algunos meses, y tal vez no esté ahí por mucho tiempo. Y así, circunstancialmente, una noche y un segundo piso lo esperaban para que tratara de demostrar que un cantante con guitarra no es siempre trova fácil y ligera pues, aunque todos dicen que no lo es, a la hora de la música casi todos suenan a lo mismo.
    A manera de preludio, Enrique Cipactli tomó por sorpresa la guitarra, el micrófono y los amplificadores; “Eres” de Emmanuel del Real se escuchó, diferente por completo de la versión de Café Tacuba, y luego “Acróstico de la ausencia” y “El autobús”, temas éstos que, entre otros, acercaban el momento en que Darío Parga.
    Casi las diez de la noche y Parga toma aire y la guitarra. A “Por esos será tan simple” y “Cometas”, temas “La ausencia del mar”, siguen un par de canciones de reflexión personal y canto al amor, la guitarra que se dejaba pulsar; cuando todo parecía ir por ese camino, Praga abordó un tema de actualidad en una de sus canciones, la sociedad de fines del siglo XX, la globalización, el hambre de poder y las invasiones, sutilmente señaladas en “Caníbales”. La música de la canción, por su parte, rara vez respondía a la armonía y melodías que podría sugerir la imagen de un trovador.
    Por ese camino un rato, “En el silencio”, sobre las posibilidades de este fenómeno acústico, e “Invisible”, sobre las relaciones amorosas y sociales entre el hombre y la mujer.
    A mitad de la presentación Parga se hizo acompañar por Enrique Ocaña, cantante veracruzano que grabó una canción suya, “Amar a males”, que también dio título a un disco de Ocaña. El fin del espectáculo llegó despacio, lento, nocturno, y Darío Parga se dio tiempo para hacer versiones alternas de algunas canciones suyas, y de una de Lennon.
    Cerca del micrófono, confesó que sus primeras canciones eran sobre poemas de Jaime Sabines, luego pensó en hacer sus propias letras, y lleva cerca de 15 años componiendo y cantando.
    Al terminar su actuación, Darío Praga aceptó una entrevista para EL RELOJ, soñoliento, bostezando y un poco cansado, pero casi a media noche, y después de tres cervezas y dos horas de estar cantando, a cualquiera se la paso.

    El disco se llama “Ausencia del mar”, que es el nombre de una canción. ¿Por qué ésa da nombre al disco?

    Casi siempre, cuando uno titula algo, con ese título trata de englobar un todo. “La ausencia del mar” es una canción que refleja o retrata en gran medida el entorno inmediato en que me desarrollo, en San Luis Potosí. Es muy mencionado que de repente el potosino es muy huraño, muy frío, muy seco… y en cierta medida sí hay mucho de eso. Y tiene que ver con el clima y tiene que ver mucho con el origen de la gente, gente muy cerrada en sus rollos. Un escritor de San Luis, Félix Daguajare, que es un gran escritor, mencionaba que vivimos en un lugar de Robin Hoods: cada quien hacía su guerra propia y muy aislados. “La ausencia del mar” (la canción) habla mucho de esto, y creo que le da nombre y carácter al resto del disco porque también tiene mucho que ver con eso. Yo siempre he pensado que las canciones que escribo, no sé si a fin de cuentas así lo perciba la gente, tienen mucho que ver con espacios pequeñitos, con cosas chiquitas, arrinconadas, incluso temas arrinconados, y hablar de ese tipo de cosas, que vemos cotidianamente, resulta que después pasan desapercibidas. Lo que más se va quedando en el olvido y en el desorden se va perdiendo con el tiempo. Y mucha de mi música tiene que ver con eso: con hablar de cosas perdidas.

    ¿Por qué en tus letras encontramos contrariedades como “¿Cómo no morir si morir es un parto?” o “Me pierdo para encontrar todo”?

    Creo que los polos opuestos son las cosas más cercanas que hay. Las líneas divisorias son muy delgadas entre los polos opuestos. La muerte-la vida, ligadas, la verdad-la mentira… están ligadas totalmente, los sueños y estar despierto. Hay un poema bellísimo de Fernando Pessoa que decía que él no hacía absolutamente nada cuando dormía, ni cuando estaba despierto, que realmente él era escritor en el intervalo. Entonces, digo, el intervalo estar despierto y dormido es un momento totalmente poético, pero que encierra muchas cosas. En ese intervalo existen muchas cosas. Por qué “¿Cómo no morir si morir es un parto?”… es una manera de ubicar la cercanía de los dos puntos.

    ¿Por qué presentar el disco en Real del Monte?

    Creo que siempre hace falta un lugar dónde decir. Todo lo que hacemos es un ejercicio para decir algo: la finalidad es lo de menos. Extrañamente vine a dar aquí, a REAL del Monte, hace algunos años de la manera más circunstancial. Me gusta viajar, conocer lugares; tengo ahora una relación amistosa con Enrique Cipactli y él tiene un tiempo viviendo acá también. Entonces hubo una conexión interesante, porque en San Luis Potosí está REAL de Catorce y es un lugar que frecuento mucho, es un lugar muy tranquilo donde puedo escribir, donde puedo estar en paz, hacer un ejercicio. Y casualmente Enrique viene a meterse por acá y escribíamos, cantábamos, tocábamos un poco, y ahora que se iniciaba el proyecto de este café, no perdió tiempo y se comunicó conmigo inmediatamente para invitarme, y estas cosas me hacen mucho bien para seguir componiendo canciones. No hay una finalidad comercial, sino que es un ejercicio para decir. La vida te lleva por muchos lados y aquí me trajo. Vivo en San Luis Potosí, paso temporadas en México y en varios lugares. Donde me agarre mi quehacer artístico, ahí permanezco un tiempo.

    ¿Qué músicos y poetas han influido en ti, o de cuáles te has nutrido?

    Volvemos a la contradicción y a los polos opuestos. Suele ocurrir que las canciones que menos te gustan son las primeras que te aprendes. Entonces es difícil pensar que la música que más me gusta es absolutamente de la que más recibo influencias, y a lo mejor recibo influencia de la que menos me gusta. Hay gente que escucho mucho, y leo bastante a Pessoa, por ejemplo; es un escritor que frecuento muchísimo y tiene una obra muy extensa. Aunque lea páginas y páginas suyas diario, creo que me llevaría muchos absorber toda su obra. Es un poeta prolífico y ácido en sus observaciones, incluso filosófico, aunque siempre poeta. Pese a que no soy tan asiduo a la poesía: me gusta más la novela.
    La música… escucho un poco de todo, aunque ahora me he acercado más a Björk, de toda la vida me han gustado The Beatles, y sobre todo George Harrison, que se me hace que era el mejor compositor de The Beatles; todas sus canciones para mí son belísimas. Escucho a Harrison, a David Bowie, me gusta el son, el jazz, la música electrónica y el momento actual de la música popular, incluso… la frescura de la música electrónica me fascina… entonces, no sé, me cuesta mucho trabajo pensar en una influenza específica. Pero creo que hay algo que te marca desde el principio: mis orígenes tiene mucho que ver con Silvio Rodríguez y la nueva trova, que marca un concepto de canción.

    Esta generación de cantantes latinoamericanos, Silvio, Víctor Jara, Mercedes Sosa, León Gieco… ¿son algo especial para ti más que algunos otros?

    La influencia fue ver que teníamos muy poco que ver entre nosotros. La música de Silvio Rodríguez, que es uno de los cantautores más prolíficos, sí es una parte importante. Cuando yo empecé a hacer canciones (yo tendría unos 15 ó 16 años), con una muy fuerte influencia de Silvio. Vas creciendo y vas medio agarrando la onda, y me doy cuenta de que el momento político, social e ideológico por el cual pasa Rodríguez no tiene nada que ver con el mexicano. Acá era un sistema capitalista, con mucha influencia de los Estados Unidos. Y toda aquella onda de ser medio rojillo en los 70’s más desvió la atención de un proyecto real de canción en México. Pasa el tiempo y nuestros amigos, los compositores más rojillos de aquella época, están ahora en una institución o los aplacaron con algo así. Entonces, pienso que más que positiva, fue una visión mal aprovechada y dañina, porque pudo habar una verdadera canción mexicana con influencias reales de Hidalgo, Querétaro, San Luis Potosí, como la música huasteca, el son veracruzano, la música oaxaqueña e incluso la polca norteña que se perdió con todo ese boom terrible de lo grupero. Enterraron por completo la música norteña real. Hemos recibido más influencias dañinas que positivas. Silvio vive una realidad circunstancial que se la crees, pero cuando se empezó a reflejar su sentido en México, fue con una impostación ideológica, política y cultural y, con el pasó del tiempo, la gente se cansó de eso.

    ¿En tus canciones, cómo conjugas poética, música y temática?

    Es bien curioso, porque la mayoría de las canciones que canté ahora son mucho más relajadas que las que escribí en otros tiempos. Mi idea de las canciones era que tuvieran un valor sorprendente en la letra y la música, que hubiera sorpresa en el tema, tratar de buscar lugares no comunes para crear mis imágenes poéticas y tratar de ser muy cuidadoso con la música, que tuviera el mismo valor que las palabras, sorpresivo, atractivo, irónico, rítmico, sorprendente. Aunque siento que la prioridad siempre ha sido lo que digo y cómo lo digo. Siempre ha sido lo más importante. Lo musical a lo mejor es añadidura; ahora estoy más enfocado a que lo que diga sea entendible… aunque a veces no lo consigo. Tampoco creo que lo que esté haciendo sea relajado ni que utilice un lenguaje muy “relax”; creo que también tiene cierto nivel de densidad. Es lo que hago y lo he aprendido a aceptar.

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